Ictiosaurio

Animales de régimen carnívoro, estaban acondicionados para la vida acuática. La forma y constitución del cuerpo indica que eran excelentes nadadores, adaptados para perseguir a sus presas, que consistían, como acontece con los tiburones actuales, en todo organismo animal puesto al alcance de sus potentes mandíbulas.

La cabeza era voluminosa y triangular, alargada, unida al tronco por un cuello corto.

La boca, enorme, pues comprendía toda la longitud de la cabeza, estaba armada en ambas mandíbulas con una fila de dientes cónicos y puntiagudos. Las órbitas, situadas lateralmente, eran muy grandes, y en ellas se encontraba un anillo de fuertes placas óseas, que reforzaba la esclerótica de sus ojos voluminosos.

Fósil de un Ictiosaurio

Se tienen datos concretos del género de vida de estas terribles fieras marinas, que alcanzaban en algunas especies hasta 13 m de longitud. La reproducción era vivípara, hecho comprobado por la existencia de esqueletos bien conservados de pequeños ictiosaurios en estado incompleto de desarrollo, o embriones, en número de uno, como el ejemplar del Museo Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid, hasta 7 en los ejemplares de los museos de París, Londres y Munich.