Peces fósiles

Comparándola con las de los demás vertebrados, no es la clase de los peces mejor representada por sus formas fósiles, toda vez que, en relación con las formas vivientes, los fósiles apenas llegan a la décima parte de aquéllas. En efecto, la parte del cuerpo que se fosiliza es el esqueleto interno, y si bien la mayoría (los peces vivientes y terciarios) pertenecen al grupo de los teleósteos, en los que el esqueleto está osificado, gran número de las correspondientes a las eras Paleozoica y Mesozoica lo tenían cartilagíneo, y la fosilización se realizó con extrema dificultad.

En compensación, en estos últimos es frecuente que las producciones duras de la piel, tales como escudetes y escamas, estén bien desarrolladas, Estas producciones  dérmicas son las conservadas, sobre todo cuando constituyen un verdadero esqueleto externo. En contraste con los peces de gran esqueleto dérmico, como «por ejemplo los acorazados y los ganoideos, existen otras muchas formas extinguidas, que sólo nos son conocidas por pequeñas producciones duras, de origen cutáneo, o por los dientes, cual acontece con los selacios. Es, por tanto, de gran interés el examen de tales formaciones tegumentarias.

Fósil de un pez con más de 3 millones de antigüedad

Escamas 

Para facilitar la clasificación, conviene distinguir tres tipos principales de escamas. Las escamas placoideas son típicas de los selacios, tales como las rayas y tiburones. Consisten en corpúsculos de dureza ósea, a modo de pequeños botones provistos de un aguijón. En algunos casos, los corpúsculos estaban muy juntos y el cuerpo del animal quedaba protegido por una corteza de huesos dérmicos, que facilitó la fosilización del conjunto por estar a formado en su mayor parte por prismas de fosfato cálcico.

Las escamas ganoideas son características del grupo de los Ganoideos, y de aquí su denominación. La forma es rómbica o romboidal y su disposición imbricada. Tienen aspecto esmaltado, son brillantes y duras, y aparecen sueltas entre los sedimentos o reunidas. En este caso conservan la forma externa del pez, como acontece con los Palaeoniscus del Pérmico.

Las escamas cicloideas son las de los peces más abundantes y conocidos, o sea, los Teleósteos, de esqueleto interno óseo. Presentan estas escamas forma de laminillas redondeadas, a modo de lentejuelas. Son delgadas y elásticas, con estrías radiantes y concéntricas de crecimiento. Las elevaciones son debidas a espesamientos de la capa de esmalte, la cual se interrumpe en los surcos concéntricos y radiantes. Por tal razón esta clase de escamas se fosiliza mal y no se conserva; de donde resulta, que mientras en los ganoideos es la superficie externa y el contorno del pez lo mejor conservado, en los teleósteos lo que aparece en los estratos es el conjunto de espinas que constituyen el esqueleto interno.

Tipos de esquemas

Dientes

Ofrecen los dientes de los peces fósiles gran diversidad de formas y situación. Su estructura guarda gran analogía con las escamas placoideas, por lo que se las debe considerar como producciones dérmicas de este tipo, desarrolladas en la mucosa bucal. Rara vez presentan raíz en el alvéolo, como acontece con los dientes de los reptiles y los mamíferos.

Las formas de los dientes son variadísimas. En unos peces se presentan dispuestos para hacer presa, en forma de ganchos; en otros, a propósito para triturar, constituidos por producciones duras de esmalte, en forma hemisférica, de habichuela, etc., o placas unidas en conjunto a modo de mosaico, que recubre la cavidad bucal. En los terrenos del Terciario marino abundan los dientes de tiburones y otros escualos, que, aunque de formas diversas, coinciden en ser triangulares, comprimidos, agudos y cortantes, muy similares en general a los de los tiburones y escualos actuales.

Dientes fósiles de un tiburón

Distribución

La distribución de los peces en las épocas geológicas indica su origen en los periodos más antiguos del Paleozoico, pues en el Silúrico superior se han encontrado abundantes restos correspondientes a escualos primitivos y al singular grupo de los peces acorazados, que alcanzan su máximo desarrollo en los depósitos de la arenisca roja del Devónico. En este terreno, y más aun en el Carbonífero y en el Pérmico, los ganoideos son abundantes, pero en todo caso presentan esqueleto cartilaginoso.

Con el comienzo del Secundario se inicia una renovación interesante de la fauna ictiológica, semejante a la que se produce en otros grupos zoológicos.

Continúa el desarrollo de los ganoideos y de los selacios, pero aparecen los primeros peces de esqueleto interno óseo, los primeros teleósteos, los cuales, en el transcurso del Secundario van sustituyendo cada vez más a los ganoideos. Este reemplazo de formas se hace muy patente en el Cretácico superior, de tal modo que en los primeros periodos del Terciario, en el Eoceno, la fauna ictiológica es semejante a la actual.

Fenómeno general en la evolución de los peces es el de la persistencia de gran número de formas, desde su aparición hasta los tiempos actuales. Aquél, es análogo al que hemos visto realizarse en diversos grupos de invertebrados.

Fósil de placodermo

Resumiendo: son 3 los grandes grupos primordiales que cabe distinguir en el estudio de los peces fósiles: los placodermos, o peces acorazados, de esqueleto interno cartilaginoso y con el cuerpo cubierto de grandes placas óseas; los elasmobranquios, de esqueleto también cartilaginoso y con pequeñas escamas en la piel, placoideas; los teleostomas, de esqueleto interno parcial o totalmente osificado y escamas ganoideas o cicloideas.