Simbiosis de los liquenes

Hoy se sabe que mientras la pared de la hifa da reacción quitinosa como la de los hongos, la de los gonidios reacciona como la de las algas. Los gonidios son en todo semejantes a las células de las algas y los apotecios en todo análogos a los ascomicetes.  Las ascosporas aisladas germinan, pero no se desenvuelven del todo, pues les falta la alga. Era necesario comprobar la teoría con el análisis y la síntesis, separar hongo y alga, y hacerlos vivir aislados, reunidos y reconstruir el liquen.

Unos botánicos sumergen el liquen en el agua, las hifas se destruyen y el alga vive. Otros germinan las esporas del hongo en un medio de cultivo, y logran que, sin la ayuda del alga, se desenvuelvan, formen picnidios y den esporas viables. El análisis era posible y demostraba la dualidad.

Gaston Bonnier

La síntesis fue más difícil, pero un botánico comienza la labor y otros la siguen, hasta que un francés, Gaston Bonnier (1853-1922), la terminó felizmente aprovechando los procedimientos de cultivo puestos. Bonnier aisló esporas de alga y de liquen, es decir, de ascomicete; obtuvo de ambos cultivos puros, y, mezclando luego los dos, logró producir líquenes, idénticos a los naturales, y  pudo observar cómo se verifica su desenvolvimiento y desarrollo, y el papel de las hifas y de las células del alga.

La opinión de que son hongos como otros cualesquiera, que viven parásitos sobre las algas, no altera en verdad gran cosa el problema, pero no es así: los hongos y las algas que forman los líquenes viven en verdadera simbiosis, se prestan mutua ayuda, y su existencia es más fácil que aislados unos de otros.

Hay, según la especie de liquen, predominio del alga o del hongo, que imprime carácter al liquen, en cuyo aspecto y morfología se aprecia con facilidad. Cosa notable es que las algas que entran en la constitución del liquen se encuentren aisladas en la naturaleza, pero nunca el hongo, lo que parece hablar en pro del ´parasitismo de éste. Pero no es así, Micelio de hongo y gonidios están unidos; las garras de aquél, los denominados chupadores, se sueldan a éstos, o sea al alga, y a través de sus paredes se establecen cambios osmóticos.

El alga, con su clorofila, fija bajo la acción de la luz, el carbono, almidón, azúcar, etc., y provee de estos elementos al hongo, mientras éste elabora albuminoides que sirven al rápido crecimiento del alga; hay mutua ayuda, que se acrecienta defendiendo el micelio del hongo a aquélla contra los agentes exteriores, que la harían perecer con rapidez. Acaso es muy probable que el hongo atacase en un principio al alga como parásito; pero ésta reportó, más bien que daño, ayuda y protección, y devolvió el favor, estableciéndose la simbiosis.

Simbiosis, proceso de adaptación

De no ser así, el hongo habría sido rechazado, sacrificando el alga algunas células, pero estableciendo una defensa, como lo hacen los protonemas de las muscíneas, tan semejantes a las algas, los cuales, atacados por el micelio de un hongo, generan, en el punto donde éste llegó, membranas celulósicas de cicatrización, que no pueden atravesar los chupadores de aquél; y el hongo, falto de alimento, no tarda en perecer.