Función social y educativa de los medios de comunicación

En el contexto de la sociedad contemporánea, el papel de los medios de comunicación va más allá de un simple espacio de transmisión, pues a través de ellos transita la vida de toda la sociedad. El poder de la comunicación compite con los poderes del Estado y con la influencia moral de la Iglesia, pero también forma parte de la vida hogareña y desde ahí se incrusta en la cotidianidad y hasta en la intimidad familiar.

Pero se trate de la televisión, de la radio, de los medios impresos o del internet y las redes sociales, quien hace uso de un canal de comunicación, reclama para sí el pleno respeto y la protección de las leyes para poner en práctica una libre manifestación de sus ideas.

Los periodistas y los comunicadores emiten día tras día mensajes a través de los distintos espacios de transmisión de señales y experimentan el poder de informar, opinar, criticar y publicitar productos y marcas comerciales, incluso, pueden promover, según sus convicciones y sus propios intereses corporativos —y desde el control que representa un comité editorial, tal o cual preferencia política, electoral, ideológica o religiosa. Y su voz influye todo el tiempo en la opinión pública.

Las redes sociales hoy en día es la forma más fácil de comunicación en la sociedad

Por otra parte, quien funge como receptor reclama el pleno respeto al derecho de estar bien informado.

El derecho a la comunicación deberá ser garantizado por el estado

En consecuencia, los medios de comunicación deben actuar de manera responsable, objetiva e imparcial frente a los muy variados receptores, pues los espacios públicos en las calles y sitios concurridos, así como los espacios privados en millones de hogares, son bombardeados continuamente por los mensajes televisivos, radiofónicos y editoriales.

Pero la influencia que los medios ejercen en todas partes y de manera ininterrumpida tiene un efecto específico en la moda, hábitos, las actitudes y las conductas. El pleno ejercicio de la libertad de expresión impone al comunicador la responsabilidad de sus actos. Si los medios pueden motivar y fortalecer conductas, o inhibirlas, entonces juegan un papel como educadores, y deben esforzarse – junto con los padres de familia y la escuela- por una programación de calidad, formativa e informativa, crítica y transparente.

También deben permitir una mayor participación del público en torno a los debates y opiniones sobre temas como los derechos de los niños y de los adolescentes o la difusión de la ciencia. Es un deber que yace en la responsabilidad de los medios el coadyuvar a combatir la violencia intrafamiliar y las adicciones; deben, además, contribuir al fortalecimiento de la conciencia civil y ambientalista para la solución de problemas en los cuales es determinante que participe la población. Los medios deben fortalecer los procesos democráticos y las libertades públicas, no manipular a su antojo a la opinión pública.