Acción de la intemperie

La atmósfera es uno de los agentes epigénicos que actúan con más constancia sobre la superficie de la Tierra.

El rayo

Un rayo que salta de una nube a la superficie terrestre es recibido casi siempre por los agudos picos de las montañas. Su acción puede producir derrumbamientos de masas de rocas y originar manchas vidriadas. En la zona afectada se originan fisuras y grietas, que, ensanchadas más tarde, determinan con el tiempo nuevos desplomes.

Las chispas caen sobre un terreno arenoso, penetran en él hasta cierta profundidad, fundiendo la arena y dando origen a cilindros o tubos más o menos ramificados, que se denominan fulguritas.

La corrosión química

Es la acción química de la atmósfera sobre los materiales que integran las rocas. Estos, en general, se alteran, pierden su coherencia y terminan por deshacerse, fenómeno favorecido por la humedad del aire, ya que contribuye a hidratar a muchos minerales, reduciéndolos a masas térreas.

El oxígeno del aire, oxidándolos, originan productos fácilmente disgregables; y por último, el anhídrido carbónico, aumentando el poder disolvente del vapor de agua, provoca que ciertas rocas Sena atacada y destruidas con gran rapidez.

Los cambios térmicos

Los cambios bruscos de temperatura determinan que las rocas se cuarteen y fragmenten. Estos fenómenos se observan en gran parte en zonas desérticas.

Los minerales mas obscuros absorben el calor con más rapidez que los claros, pues estos lo reflejan y de ahí el que la roca no se dilate por igual, de este modo se crean en su masa tensiones de distintos valor, que determinan la fragmentación cada vez mayor de la misma.