Destrucción del medio

Un número cada vez mayor de seres humanos empieza a cercar las tierras vírgenes que quedan, incluso en áreas consideradas más o menos a salvo de la explotación. La insaciable demanda de energía ha impuesto la necesidad de explotar el gas y el petróleo de las regiones árticas, poniendo en peligro el delicado equilibrio ecológico de los ecosistemas de tundra y su vida silvestre.

La pluvisilva y los bosques tropicales, sobre todo en el Sureste asiático y en la Amazonia, están siendo destruidos a un ritmo alarmante para obtener madera, despejar suelo para pastos y cultivos, para plantaciones de pinos y para asentamientos humanos.

En la década de 1980 se llegó a estimar que las masas forestales estaban siendo destruidas a un ritmo de 20 ha por minuto y otra estimación daba una tasa de destrucción de más de 200.000 km2 al año.

Las causas de la deforestación tropical amenaza contra la selva, básicamente de tres tipos de actividad:

  • La silvicultura comercial: los bosques tropicales poseen variedades de árboles que dan valiosas maderas muy apreciadas en las fábricas de muebles, con frecuencia, grandes empresas madereras foráneas explotan el bosque sin tener en cuenta su restablecimiento. El bosque y la selva cobijan además innumerables especies animales, por lo que la deforestación propicia también la extinción de fauna.
  • Agricultura comercial: Principalmente en Latinoamérica se talan bosques  para sustituirlos por pastos para el ganado o por plantaciones.
  • Agricultura de supervivencia: La presión demográfica a la que se encuentra  sometidas muchas de estas zonas conduce a una explotación de las tierras poco productiva y muy dañina. Los campesinos y la vegetación del terreno que se pretende explotar, utilizando las cenizas como fertilizante. Plantan cultivos de subsistencia y tras tres o cuatro cosechas el terreno se agota, por lo que deben talar nuevos árboles y comenzar el proceso. Unos 150 millones de campesinos en todo el mundo practican esta modalidad en la actualidad.

En 1993, los datos obtenidos vía satélite permitieron determinar un ritmo de destrucción de casi 15.000 km2 al año, sólo en la cuenca amazónica. Esta deforestación tropical podría llevar a la extinción de hasta 750.000 especies, lo que representaría la pérdida de toda una multiplicidad de productos: alimentos, fibras, fármacos, tintes, gomas y resinas.

Además, la expansión de las tierras de cultivo y de pastoreo para ganado doméstico en África, así como el comercio ilegal de especies amenazadas y productos animales podría representar el fin de los grandes mamíferos africanos.