Agujero en la capa de ozono

Las oscilaciones del espesor de la capa de ozono guardan estrecha dependencia con las variaciones de la radiación solar. Por eso, en los polos, la desigual incidencia de la radiación solar en verano o invierno ocasiona acusados contrastes en el espesor de la capa de ozono que los hace particularmente vulnerables a los efectos perjudiciales de los CFC.

En la estratosfera de la Antártida, a la acción destructora de los CFC se une la acción de las partículas de hielo ácido, que se forman sobre todo en primavera, causante de la liberación de cloro activo que destruye la capa de ozono.

El resultado es la formación estacional de un “agujero” en la capa de ozono, que es motivo de preocupación, ya sea por el temido aumento del efecto invernadero en lo sucesivo, como por las consecuencias en materia sanitaria derivada de la debilitación en el tamizado de los rayos ultravioleta.

Cierta cantidad de rayos ultravioleta son necesarios, pues, activan la vitamina D. Sin embargo, su exceso puede producir enfermedades en los ojos, como las cataratas, cáncer de piel, inhibir el sistema inmunológico o simplemente graves quemaduras.

Además, pueden también retrasar o impedir el crecimiento de las plantas, así como deteriorar el plancton y el ecosistema marino.